Clara Campoamor (Madrid, 1888-Lausana, Suiza, 1972) tiene un lugar de honor en la historia política española y, en concreto, marcó un antes y un después en la defensa de los derechos de la mujer. Campoamor, diputada por Madrid del Partido Radical, consiguió que las Cortes Constituyentes de la II República aprobaran en 1931 el sufragio femenino. No fue tarea fácil. Su propio partido y un gran sector de la izquierda se oponían al sufragio femenino porque, a su juicio, las mujeres darían su voto a la derecha al estar controladas por sus confesores.
Nace en el barrio madrileño de Maravillas el doce de febrero de 1888, en una familia de origen humilde. Su madre era modista y su padre, contable de un periódico
A la muerte de éste, se ve obligada a interrumpir sus estudios y ponerse a trabajar y lo hace en el cuerpo de Correos y Telégrafos en 1909.
En 1914 y tras sacar el número uno de su oposición, se convierte en profesora de adultas en el Ministerio de Instrucción Pública. Sin embargo, al no tener el bachiller sólo puede impartir clases de taquigrafía y mecanografía por lo que decide seguir estudiando a la vez que lo compagina con sus trabajos de mecanógrafa en el Ministerio y de secretaria en el periódico “La Tribuna” respectivamente.
En 1923 participa en un ciclo sobre Feminismo organizado por la Juventud Universitaria Femenina donde comienza a desarrollar sus ideario sobre el derecho a la igualdad de las mujeres.
En 1924 y a la edad de treinta y seis años se licencia en Derecho lo que le permite defender dos casos de divorcio muy célebres en aquella época, el de la escritora Concha Espina, de su marido Ramón de la Serna y Cueto, y el de Josefina Blanco, de Valle-Inclán.Fue también la primera mujer que intervino ante el Tribunal Supremo y que desarrolló trabajos de jurisprudencia sobre cuestiones relativas a los derechos de la situación jurídica de las mujeres en nuestro país.
Participa en la Federación Internacional de Mujeres de Carreras Jurídicas, en la Liga Femenina Española por la Paz, forma parte de la directiva del Ateneo de Madrid, fue delegada de la Sociedad de Naciones y colaboradora del diario "La Libertad" ,donde escribe un página dedicada a la vida de la mujer española.
Se declara republicana ("¡República, República siempre!. Me parece la forma de gobierno más conforme con la evolución natural de los pueblos. Y en muchos casos la más adecuada a la situación de un país específicamente considerado, verbigracia, España") y en 1931 forma parte del Partido radical de Azaña, siendo elegida elegida Diputada por Madrid .Desde su tribuna ejercerá una enadercida defensa del sufragio femenino en España, con la oposición de sus propios compañeros de partido y de otra diputada socialista, Victoria Kent, convertida en la portavoz del “no”.
El 1 de octubre de 1931 llegó el momento decisivo. La mujer adquirió el derecho al sufragio por 161 votos contra 121. La gran mayoría del Partido Radical votó en contra. Cuando en 1934 la derecha gana las elecciones, muchos culpan de ello al voto femenino, y por tanto a su gran defensora, Clara Campoamor; es su muerte política.
Campoamor estaba en Madrid cuando estalló la Guerra Civil. Su vida peligraba y huyó de la zona republicana en el otoño de 1936 ,más tarde se exilia a Francia, Argentina y a Laussanne donde fallece sin haber tenido la oportunidad, ante las condiciones impuestas por parte del gobierno franquista, de regresar a España como era su deseo.
Escribió "La Revolución Española vista por una republicana", que se publicó en francés en 1937, en el que relata los días en que Madrid se convirtió en una capital de los horrores, sembrada de checas y paseos, un lugar donde la vida de un hombre valía muy poco si no tenía amigos influyentes entre las autoridades o el carné de un partido de izquierdas. El libro describe también cómo se coció durante años aquel estallido de odio y analiza las dificultades y problemas que surgirían tras la victoria de cualquiera de los dos bandos.
Tras el triunfo franquista intentó, sin éxito, volver a residir en España. El amasijo de falangistas, carlistas, monárquicos y derechistas de todo pelaje y condición que gobernaron España tras la derrota del Ejército republicano no veían con buenos ojos el retorno de una mujer que no comulgaba con sus ruedas de molino.
La España franquista no podía recibir de forma limpia a una mujer que perdió a su padre a los 10 años, que no pudo concluir sus estudios de bachillerato y tuvo que ponerse a trabajar a los 13 años, que en su juventud fue modistilla, dependienta en un comercio, auxiliar de telégrafos, profesora de adultos, secretaria en un periódico y traductora y que toda su vida trabajó por las mujeres sin las comodidades que da tener una fortuna. Campoamor murió en Suiza en 1972.
- La gran defensora del voto de la mujer (El País)
- Mujeres en ...
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2 comentarios:
Oh cielos, mujercísimas... madre mía... estoy entusiasmado...
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